viernes, 15 de mayo de 2015

15M de 2015: de llenar las plazas a llenar las urnas


La tele me ha recordado que hoy es 15M. Han pasado ya cuatro años. También antecedió a unas municipales y forales (y autonómicas en otras comunidades).
Viví el 15M de 2011 con distancia, porque todo lo viví con distancia aquel año. Me tocó una fase de retraimiento, así que asistí a los discursos en el Boulevard donostiarra mudo, sin intención ni ganas de hacer oír mi voz y con la sensación de que no tenía nada que aportar. Sin embargo, era lo bastante consciente de la importancia del momento, e incluso sentí un atisbo de ilusión.
El 15M era un movimiento horizontal, no como el Pablemos. Gritaban "Que no, que no, que no nos representan" (los políticos) y tal vez por eso a ellos mismos no los representaba nadie. Era la masa en movimiento. Se había terminado el desapego, y de la desafección política provocada por el insustancial e inmovilista bipartidismo, se había pasado a alzar la voz, a movilizarse, a protestar.
Se notaba que 36 años de dictadura ( del 39 al 75) y otros tantos de 'democracia' habían creado una masa sin referencias, desideologizada y desencantada que, sin embargo, no se resignaba, estaba harta, y explotaba rompiendo con el nihilismo y el individualismo y asociándose en torno a unos mínimos comunes.
Quisieron romper la dialéctica izquierda-derecha o rojo y azul del bipartidismo, sin ser conscientes de que la auténtica izquierda no ha gobernado este país (el que os dé la puta gana, pero os recuerdo que hablo de un movimiento que surgió en Madrid, capital de Mordor) desde 1936. Así que una y otra vez coincidían con planteamientos de igualdad y justicia social propios de la izquierda, pero, eso sí, no eran ni los unos ni los otros, sino "los de abajo contra los de arriba".
Tenían un punto punki y nihilista, y todavía recuerdo esa taza de water en el Boulevard de Donostia-San Sebastián, epicentro local del movimiento, con el cartel "deposite aquí su voto".
También recuerdo la vergüenza ajena que pasé algunas veces en las que el micrófono abierto daba oportunidad de explayarse a los menos preparados, porque ya sabéis, "valiente es la ignorancia". Pero era un precio a pagar por dar la voz a la ciudadanía (y por dejar el micro abierto así sin más).
En definitiva, creo que fue una experiencia colectiva sana y necesaria, y aquellos barros trajeron estos lodos (en las europeas del año pasado, PP y PSOE juntos no alcanzaron el 50% de los votos, IU sacó 6 escaños, Podemos, 5, etc.). Ahora existe una posibilidad real de cambio, aunque asisto con pena al engullimiento del espacio de izquierda por Podemos, al giro de ese partido otrora fresco y rupturista hacia posiciones más continuistas con lo que ya hay, y sobre todo me sigue descorazonando la alta intención de voto de los partidos tradicionales y de los paracaidistas de Ciudadanos, unos recién llegados oportunistas y ambiguos que sin embargo dan menos miedo a la gente conservadora que Podemos, con lo que les están robando parte del voto de castigo y se están convirtiendo en el recambio del PP.

Aunque no me convenza el panorama, tengo más miedo a la abstención, así que animo a todos a votar lo que quieran el próximo domingo 24. Creo que si no nos quedamos en casa, el resultado será mejor. Así que, cuatro años después de llenar las plazas, es hora de llenar las urnas.


Notas al margen:

Tras el 15M de 2012, ya recuperado de mi retraimiento transitorio, me asocié con otros para formar el grupo Manifestantes sin nombre, pero esa es otra historia.

Un saludo para el Partido X. Su punto de vista de crear una democracia directa a lo Suiza en España y de profesionalizar la gestión pública con responsables honestos, eficaces y todo eso, si no entendí mal, era muy interesante. Pena que no se comieran nada en las europeas, para mí fue una sorpresa la irrupción de Pablemos, las encuestas sólo les daban un escaño.

Bueno, lo dejo aquí que tengo que salir. Un saludo

1 comentario:

Subversados dijo...

http://www.publico.es/politica/15-mayo-bipartidismo-crack.html