La revolución dormida

"¿Qué mas tiene que pasar para que salgamos a la calle?", leí en un cartel en Facebook tras la difusión de los papeles de Bárcenas en El País. No nos engañemos: mientras unos, supuestamente, se lo pensaban, otros ya estaban o estábamos en la calle (yo ese día no, pero otros muchos sí).
En medio de este panorama negro, hay alegrías, triunfos, como el reciente fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que declara ilegal la Ley española sobre desahucios, una decisión que ya muchos jueces están utilizando para parar desahucios.
Ya ni me acuerdo de cuando no estábamos en crisis. Como no hay mal que por bien no venga, esta debacle ha permitido destapar que en realidad estamos ante una estafa. "¡Indignaos!", dijo Hessel, y el 15M español respondió meses después al grito de "¡No hay pan para tanto chorizo!", amén de otras muchas proclamas tanto o más ingeniosas.
Ahora no se lleva el 15M. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca sí que cuenta con popularidad, pero de los "indignados" queda el recuerdo de que debatían mucho para concretar poco (aunque yo recuerdo muy bien una lista de cinco demandas muy concretas a las que llegaron y que difundieron) y que "no hicieron nada", en referencia a su carácter pacífico.
Después llegaría el 25S, con su intento de rodear el Congreso, las brutales cargas policiales y de nuevo la sensación de que el cambio era posible.
Así que no me cabe duda de que pronto un nuevo movimiento cogerá el testigo y mantendrá viva la llama de la esperanza.
Que así sea.