lunes, 8 de marzo de 2010

Dentistas en Etiopía



Arreglando sonrisas en Etiopía

Las odontólogas Margarita y Nuria Serrano y Bettina Alonso atienden gratuitamente a los habitantes de Wucro, donde desarrolla su labor el misionero hernaniarra Ángel Olaran

Planean junto con Etiopíautopía un proyecto de formación en la zona


Etiopía cuenta con 72 dentistas para una población estimada de 80 millones de personas. Eso, a nivel nacional. Pero si nos vamos a la región norteña de Tigray, cuya población se calcula en 4,5 millones de habitantes, no encontramos ningún odontólogo. El ministro local nos confirmará esta realidad. Por ello, las infecciones dentales son la cuarta causa de muerte en el territorio.
A falta de profesionales, los lugareños acuden a curanderos que les extraen las muelas con tenazas y sin anestesia. No es de extrañar, pues, que antes esperen lo que haga falta. “Se tragan el dolor mientras la muela se les cae a cachos sin un puñetero gelocatil”, lamentan las odontólogas madrileñas Bettina Alonso y Margarita y Nuria Serrano.
Por eso, cuando la extracción la hacen ellas, con anestesia y el mismo instrumental que usan en Madrid, el paciente está que no se lo cree. “Les tienes que enseñar la muela para que se convenzan”, asegura Margarita, y Nuria añade: “Nos han llegado a llamar ‘las doctoras blancas que hacen magia’”.
Y la llevan haciendo en el país africano desde hace tres años. Primero, en la región de Afar, cerca de Somalia y Djibuti y del desierto de Danakil, una depresión muy por debajo del nivel del mar en la que se alcanzan las temperaturas más altas del planeta. Allí, Margarita y Nuria atendían a una población nómada a la que no pudieron continuar curando “porque sin luz ni agua no puedes desarrollar ningún proyecto sanitario”.
El siguiente lugar que contó con los servicios desinteresados de las hermanas Serrano fue un orfanato para 440 huérfanos del sida en la capital del país, Addis Abeba. “Íbamos donde nos llamaran”. Hasta que atendieron a la petición del misionero hernaniarra Ángel Olaran, que encabeza en la localidad de Wucro, en Tigray, programas de acogida de más de 1.200 huérfanos, de ex prostitutas, proyectos de alimentación, abastecimiento de agua, formación profesional, microcréditos y otras iniciativas de desarrollo.
Ahora, Margarita y Nuria lo tienen claro. “Nos vamos a establecer en Wucro, porque hay una base”. Y mucho trabajo que hacer, empezando por educar en hábitos de higiene. Los lugareños se limpian los dientes cuando se acuerdan con un palito extraído de una raíz. No hay una verdadera conciencia de lo necesario del cuidado dental, a pesar de que sí hay, como aquí, otra estética que hace que a las mujeres que les faltan las piezas frontales les resulte más difícil encontrar marido o un trabajo. Por no hablar de que la dentadura es necesaria para comer, como recuerdan las doctoras Serrano.
Pero es que la falta de higiene se extiende a lo más básico, “y primero hay que comenzar por el ABC”, que pasaría, entre otras cosas, por poner letrinas en las casas. Margarita y Nuria inciden en que esta labor educativa es más sencilla y efectiva con los más pequeños.
En las tres semanas que las doctoras Serrano pasaron en Wucro en agosto, quedaron impresionadas por las colas “de cientos de personas” ante el hospital local, pero también por “el agradecimiento y el cariño” que muestran los lugareños. “Es por lo que merece la pena ir allí”.
Ellas llevan en varias maletas todo su material para prestar allí la misma atención que dan en Madrid a cambio de esas sonrisas y abrazos. No les cuesta regalar medicinas porque saben que la mayoría de los habitantes de Wucro viven con menos de un euro al día, mientras sacarse una muela en Addis Abeba cuesta diez dólares, sin tener en cuenta que ir hasta allí desde Mekele, la capital del Tigray, en otro medio que no sea el avión, resulta una odisea. “La idea es que los tratamientos sean gratis para toda la gente que cuida Ángel”.
Ésa es una, pero la principal es formar a personal de allí “para que ya no dependan de nosotros”. Por un lado, se trataría de educar a huérfanas de unos 17 años como higienistas, es decir, para que hagan limpiezas de boca. Por otro, se instruiría a un equipo de profesionales sanitarios para que sepan “por lo menos” hacer extracciones, drenajes de abscesos bucales y un tipo de empaste sencillo que dura cuatro años, denominado obturación atraumática, y recomendado por la Organización Mundial de la Salud para países en vías de desarrollo.
Ese equipo trabajaría en una clínica que la fundación de base guipuzcoana Etiopía Utopía planea construir en Wucro. El centro recibiría el nombre de Ángel Olaran y “saldría más barato que dejar el material allí sin más, porque es muy caro y hay miedo de que desaparezca”, confiesa Imanol Apalategi, presidente de la ONG.
La fundación también se plantea impulsar que la facultad de Ciencias de la Salud de Mekele forme en odontología, “por lo menos en asistencia básica”, que no como licenciatura, porque “los licenciados se van. Hay más médicos etíopes en Estados Unidos que en su propio país”, lamenta Apalategi.
Por otra parte, Etiopía Utopía colabora con la Universidad de Umea en becar a trabajadores de la salud pública de Tigray para que cursen masters o doctorados en la institución sueca, y también se plantea mandar “en uno o dos años” dentistas guipuzcoanos a Wucro. Allí se encontrarán con esa gratitud que hace que Margarita y Nuria estén tan encantadas de su experiencia.


Algo más de información y CONTACTO, en la web de Etiopiautopia:

http://etiopiautopia.org/es/menu,proyectos/menu,proyectos-de-wukro/menu,proyecto-sonrisas/

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